«Me he creído mucho que soy la heladera del pueblo, me encanta ese título y juego mucho con eso»

Raquel Vilaplana es jefa de Producción en La Ibense, empresa familiar que bebe de la tradición heladera de cinco generaciones. Hoy nos cuenta cómo ha crecido en este negocio y qué retos enfrenta en un futuro próximo.

Junto a tus hermanos, Julio y Maite, conformas la quinta generación de heladeros de la familia, háblanos de vuestros orígenes heladeros
Nuestros orígenes son los conocidos como los blusas negras, esas personas que desempeñaban el oficio de recolectar la nieve durante el invierno para venderla en bloques de hielo. Poco a poco ese oficio se fue expandiendo, empezaron a mezclar el hielo con zumo y acabaron siendo heladeros.
Da la casualidad de que mi abuelo, por parte de padre, se casó con una heladera, por lo que las historias se entremezclan. Centrándome en ellos, que fueron la tercera generación, puedo contar que tenían un pequeña heladería en Tortosa. Un amigo de Ibi le dijo a mi abuelo que bajaran para Salou, que veía futuro en esa zona. Mi abuelo viajó para investigar, se fijó en la parada de autobuses, en los turistas que iban a la playa y pensó que efectivamente podía haber un foco de negocio.
Así fue como llegaron a Salou hace 64 años, pero como todos los principios, sus inicios también fueron duros. Gracias a la solidaridad, a la colaboración con sus vecinos y al sacrificio se forjó el negocio.

¿Cómo recuerdas tu infancia en la heladería?
Los recuerdos que tengo son de extrañar mucho a mis padres. Yo quería ir a la playa con ellos, hacer cosas con ellos, pero ellos estaban trabajando. Eran épocas muy buenas en las que tenían que trabajar mucho.
Recuerdo noches en las que se acostaban a las 5 de la mañana y a las 8 ya estaban en pie de nuevo. Y así todo el verano.
Mis tardes de niña pasaban en la heladería, al lado de la caja donde mamá sacaba las cuentas y la miraba mientras me comía un helado. Ya con 13 años empezamos a colaborar echando una mano en lo que hiciera falta, como pelando cajas de fresas. Con lo que me iban pagando me compré mi primera bicicleta.
Tengo muy buen recuerdo de cuando celebramos el 25 aniversario, que sacaron una canción de La Ibense y los niños venían a cantarla y les dábamos un helado.

Cuéntanos la trayectoria empresarial de la heladería y que ha cambiado desde entonces
Hemos tenido épocas muy potentes donde había un nicho de mercado mucho más amplio que ahora. Teníamos 6-7 heladerías.
En la actualidad tenemos 3, pero también hemos preferido reducir ese círculo de confianza que nos permite tener unos estándares de calidad y con un funcionamiento igual en todos los locales. Nos hemos quedado con nuestra heladería grande, el buque insignia, una que abrimos en verano y la del pueblo, que en invierno la convertimos en turronería.

¿Qué trabajo desempeñas en la empresa?
Podría decirte que muchos. Al ser una empresa familiar nos toca hacer de todo.
Soy la jefa de Producción. Estoy en el obrador diseñando, creando y formulando nuestros productos. Lo hago al lado de un maravilloso equipo que lleva conmigo 20 años, empezamos juntos.
Si me preguntas cuál es mi profesión, diré que me he convertido en sastre de postres. Mi especialidad es hacer postres a medida.

Formaste parte, durante cinco años, del Consejo de Administración en Grupo Alacant.  ¿Fue una gran responsabilidad, teniendo en cuenta que tu padre fue presidente durante más de veinte años?
No solo fue una responsabilidad porque mi padre fuera presidente, sino porque creo que mi padre aportó a Helados Alacant una parte muy importante: el sentimiento de pertenencia, de socio que se necesita, ese vínculo. Este es el peso que yo sentía.
Evidentemente, cuando yo formé parte del Consejo de Administración, este estaba mucho más profesionalizado y la compañía tenía otra dimensión.
Para mí fue una gran experiencia, pero me hubiera gustado aportar más en la que creo que es mi especialidad, que es la calidad en la fabricación.

También has participado muy activamente en Proyecto Futuro, primero como alumna y luego como docente ¿recomiendas la participación a nuestros socios?
Por supuesto que recomiendo Proyecto Futuro. A todas las edades y a todos lo socios. Lo recomiendo cada año porque el saber no ocupa lugar y creo que no podemos estar mirándonos el ombligo pensando que lo sabemos todo.
Pero lo más importante es que en Proyecto Futuro nos damos cuenta de que formamos parte de un colectivo, que somos heladeros y a todos nos pasa lo mismo, vivimos las mismas cosas. Es muy importante sentirse parte de algo.
También creo que la empresa debería aprovecharse más de sus socios. Grupo Alacant tiene la información, a través de sus socios, de qué es lo que funciona, qué helados triunfan, cómo se sirven, … Creo que debería aprovecharse mejor esta información a la hora de tomar decisiones en cuanto a la fabricación.

¿Cuáles son los retos que tienes en la empresa a medio-largo plazo?
Ahora estamos centrados en reponernos del daño que nos hizo la pandemia y asumir el coste del aumento de materias primas y suministros. Estamos sobreviviendo.
Por otro lado, este año empezamos a crear posicionamiento de la marca Antiu Xixona en nuestra zona.

¿Cómo ves el mundo del helado en el futuro?
Yo soy una mujer apasionada y con muchas ganas de crear. Además, me he creído mucho que soy la heladera del pueblo, me encanta ese título y juego mucho con eso.
Creo que el mundo del helado va por dos caminos. En la restauración, debemos mezclar heladería con pastelería, escuchar al cliente y ser creativos.
En cuanto a las heladerías, creo que tiene que haber ilusión e innovación. Tenemos que crear magia. A pesar de las dificultades y de los momentos duros, debemos tener claro que somos los heladeros del pueblo, pero somos muchos más que heladeros porque fabricamos sonrisas y recuerdos. Y eso no podemos defraudarlo. La persona que viene a comerse un helado, se come también un cucurucho de recuerdos, de sensaciones. Debemos alimentar y mantener siempre esos lazos invisibles que se crean entre las personas y nuestros helados. Y para ello tenemos que innovar y no parar de cambiar cosas para que parezca que no hemos cambiado nada. Esa es nuestra filosofía.